Cooper Gary 1901+1961. Montana, EE.UU. Toda su vida se limitó a ser en la pantalla él mismo, el impertérrito actor que se llamó Gary Cooper y que probablemente debe estar en los cielos. Su país y su época lo recompensaron porque en el fondo supo ser igual que ellos.

Encarnación de la América más conservadora, ésa que tiene de sí misma la idea de ser a un tiempo generosa y heroica, aventurera y hospitalaria, pero siempre a la altura de su propia estatura mítica, Cooper fue ante todo el sólido héroe poco expresivo de westerns como El virginiano (1929, V. Fleming), Buffalo Bill (1936,De Mille), Solo ante el peligro (1952, F. Zinnemann, su segundo oscar), o Veracruz (1954, R. Aldrich); pero también caballero aventurero (Tres lanceros bengalíes, 1935, Hathaway; Beau Geste, 1939, W. Wellman) o el hombre común que, opuesto a la guerra, se alista y regresa héroe a casa (El sargento York, 1941, Hawks, su primer oscar).

Rey de la contención del gesto, del underplaying, fue un descubrimiento de la Paramount, que lo fichó después de que trabajara en películas mudas no muy ilustres (había debutado en el cine en 1925, proveniente de la caricatura de periódicos, e impuso su arte ecuestre como especialista en acciones de riesgo), pero no fue capaz de explotar sus recursos. Su primer papel realmente importante lo tuvo en la comedia titulada Juan Nadie (1936)