Las aventuras de Huckleberry Finn | 1960

Notas pejinas: En los tráiler puestos, la primera cita, se la suelta, Sara la «viuda» a la hermana, Amanda; no tengo la custodia de la casa de mi hermana… como dice la Biblia, Lucas 10:40…referencia al pasaje de Marta y María, hermanas de Lázaro, una dedicada a la vida contemplativa y la otra a los quehaceres de la casa.

La otra en el segundo vídeo -La felicidad mesiánica- Isaías 11:6 «y un tierno infante  les guiará» -Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará…católica; «un mochachuelo podrá conducirlos»-. El buen gobierno, la perfecta paz y la concordia entre los hombres de cualquier raza y simboliza la cohabitación de los animales generalmente más adversos entre sí.

En el capítulo 14 del libro, ¿Fue Salomón un sabio?.

Hay una reflexión de Huck, sobre el rey Salomón y el famoso juicio de las putas y el niño, de lo más divertido:
Yo le leí a Jim una porción de cosas acerca de reyes, duques, condes y otra gente por el estilo; lo lujosamente que vestían, el tono que se daban, cómo se trataban unos a otros de su majestad, su alteza, su señoría, etc., en lugar de tratarse simplemente de señor mío; Jim me oía con tanto interés, que parecían querer saltársele los ojos de las órbitas. Y me dijo :
—Yo no sabía que hubiese tantos. Casi nunca oí hablar de ningún rey, salvo del rey Salomón, a menos que haya que tomar también por reyes a los de la baraja. ¿Cuánto cobra un rey?
¿Cuánto cobra? —le contesté—. Pues verás : los reyes cobran, si se les antoja, un millar de dólares al mes; cobran lo que les da la gana; todo les pertenece.
–¡Vaya suerte! ¿Y en qué se ocupan, Huck? —Pero ¡si no hacen nada! ¡Qué cosas dices! No hacen más que pasearse.
¿Qué me cuentas? ¿Es eso cierto?
-¡Naturalmente que sí! No hacen sino pasearse…, a excepción, como es natural, de cuando hay guerra; si la hay, ellos van a la guerra. Fuera de esto, se pasan la vida haraganeando, o se van a partidas de caza de cetrería… Cazar… y ¡Chis! ¿ No oyes un ruido?
Corrimos a la orilla y miramos; se trataba únicamente del ruido que hacía la hélice de un barco de vapor, que en ese instante salía de un recodo, y volvimos a nuestro sitio.
Sí —continué diciéndole—, y otras veces, cuando no ocurre nada, arman líos con el Parlamento; si no andan todos como se debe, les cortan la cabeza. Pero la mayor parte del tiempo —En el harén.
—¿Qué es el harén?
—Es el sitio en que tienen a sus mujeres. ¿Cómo es posible que no sepas lo que es un harén? Salomón lo tenía; había en su harén un millón de esposas.
—Ahora caigo, lo había olvidado. El harén es la casa en que uno vive, ya lo sé. Aunque me parece que en el de Salomón se armarían constantemente en las habitaciones grandes alborotos. Además, las esposas se pelearían a cada momento, y con esto el barullo sería aún mayor. Sin embargo, aún dicen que Salomón era el hombre más sabio de cuantos han vivido. Pero yo no participo de esa creencia. Vamos a ver : ¿Es posible que a un hombre sabio se le ocurra pasarse la vida entre semejante guirigay? No, señor; de ninguna manera. Un hombre sabio construye una fábrica de calderas, y cuando quiere descansar, cierra su fábrica.
—En cualquiera de los casos, Salomón ha sido el hombre más sabio que ha existido; yo se lo he oído a la viuda de sus propios labios.
—Me tiene sin cuidado lo que diga la viuda. Salomón no fue ni siquiera un hombre sabio. Usaba alguno de los trucos más tontos que yo conozco. ¿No has oído hablar del muchacho aquel al que pretendió partir en dos mitades?
–Sí; la viuda me lo contó en detalle.
—Pues bien : ¿no fue la suya una de las ideas más desastrosas del mundo? Fíjate bien y medita sobre ello un momento. Aquí tienes este raigón de árbol…; figúrate que es una de las dos mujeres; y aquí estás tú…, que eres la otra mujer; yo soy Salomón, y este billete de un dólar es el niño. Vosotras dos lo reclamáis. ¿Qué hago yo? ¿Voy e indago entre los vecinos del pueblo para y enterito, que es lo que haría cualquier persona con dos dedos de frente? No hago eso; agarro el billete, lo parto en dos, te doy a ti una mitad, y la otra se la doy a la otra mujer. Eso es lo que Salomón quiso hacer con el niño. Y yo te pregunto a ti : ¿Para qué te sirve ese medio billete? ¿Puedes comprar algo con él? ¿Y de qué sirve la mitad de un niño? Yo no daría una mala moneda por un millón de medios niños.
—¡El diablo te lleve, Jim! No has comprendido la verdadera esencia de este negocio… No has dado en el clavo ni por mil millas.
—¿Quién? ¿Que yo no he dado en el busilis del negocio? ¡Anda, muchacho! No me vengas a mí con tus clavos. Yo sé apreciar una cosa razonable cuando la veo. En este asunto de Salomón no hay una pizca de buen sentido. La disputa entre las dos mujeres no era por un medio niño; la disputa era por un niño entero; y quien cree poder zanjar una disputa por un niño entero dando a las dos partes un medio niño, no sabe de la misa la mitad. No me hables a mi de Salomón, Huck, que yo le conozco bien.
—Te digo otra vez que no has dado en el clavo.
—¡Al diablo con el clavo! Yo sé lo que sé. Y ten muy en cuenta que el verdadero clavo está más abajo…, mucho más al fondo. Viene de la manera como fue educado Salomón. Fíjate en un hombre que sólo tiene uno o dos hijos. ¿Sacrificaría así como así a un niño? No, ni mucho menos; no sería capaz, porque él sabe lo que valen. Pero figúrate a un hombre que tuviese alborotando en su casa a cinco millones de niños. Eso ya es distinto. Cortaría en dos a un niño con la misma tranquilidad que a un gato. ¡Le quedan aún tantos! Niño más o menos, ¿que le importaba a Salomón?.

+ Notas libro:

Aunque Huckleberry Finn sea el muchacho paria de Las aventuras de Tom Sawyer, no son las aventuras suyas una simple prolongación de las narradas en aquel libro, sino algo completamente distinto; tan distinto como la cara y la cruz de una moneda, o como el árbol que brota frondoso de un esqueje de otro árbol. Tom Sawyer, el inquieto e inquietante personaje de ese libro ya clásico de la literatura juvenil, aparece en las páginas primeras y en los últimos capítulos de Las aventuras de Huckleberry Finn; porque el pensamiento de Mark Twain quedaría de otro modo truncado.

Tom Sawyer sin Huckleberry Finn no representaría sino una parte de ese pensamiento. Y lo mismo le ocurriría a Huck Finn sin Tom Sawyer. ¿Representaría Don Quijote de la Mancha sin Sancho Panza el pensamiento total de Cervantes? ¿Lo representaría Sancho sin el Caballero de la Triste Figura? Pues bien: Tom y Huck son una transposición a la vida de dos chicos de las orillas del Mississippi de los dos personajes centrales de la inmortal novela de Cervantes.

Las notas del libro son de una edicción del año 1981, traducida por Armando Lázaro Ros. Editorial Bruguera s.a.

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